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Cómo escribir buenas historias de amor. Aprende a escribir una novela.
Cómo escribir buenas historias de amor. Aprende a escribir una novela. Consejos para escribir un libro.

El amor, un tema recurrente en cualquier disciplina artística. Todos hemos sido testigos, o protagonistas, de una historia así, por eso creemos que sabemos escribir una sin problemas. Pero, puede ser complicado escribir una buena historia de amor, de esas que quedan en el inconsciente del lector y que vive como si fuera su propia historia. Por desgracia, es muy fácil caer en tópicos y debemos ser muy cuidadosos de no cometer ese error, si queremos que lector disfrute (o sufra) con nuestra historia. Si bien es cierto que los tópicos bien desarrollados pueden dar buen resultado.

Una buena historia de amor no tiene época, debe ser atemporal. Debemos ser capaces de poder enmarcarla en cualquier tiempo o circunstancia. Precisamente por eso, debemos ser muy cautos. No será lo mismo una historia de amor en el presente que en el pasado. La cultura evoluciona y los comportamientos sociales con ella. Nos guste o no, el pasado no es como nuestro presente. Debemos ser capaces de retrotraernos y de sacar el máximo partido, que esté en nuestra mano, para acercar esa historia al lector contemporáneo y que la disfrute plenamente. Hay un detalle que, para mí, es un error, y consiste en dar a los personajes de época, valores totalmente contemporáneos. Podemos crear una personalidad adelantada a su época, pero sin pasarnos. Al fin y al cabo, las historias se cuentan porque hay gente extraordinaria en ella, pero, que una dama medieval, se comporte como una mujer moderna, que trabaja y es independiente, no es lo propio. Igual que no es normal que un caballero se comporte como un ejecutivo, que podemos ver por la calle. Cada época tiene sus costumbres sociales y tenemos que acercarnos a ese momento, no coger un personaje que podríamos ver en cualquier serie moderna, describirlo con ropas antiguas y ya. Podemos crear personajes inconformistas, pero aún así, no serán como personajes de una historia contemporánea.

Y ya que tú quieres tener en tu novela tu propia historia de amor (sea una novela romántica o una novela en la que se sucede un romance), veamos. a continuación, qué podemos hacer para que merezca la pena incluirla.

Resumiendo el tema amoroso en la literatura, vamos a listarlo, veamos las diferentes historias de amor que podemos incluir en nuestra historia:

#1 De enemigos a amantes

#2 De amigos a amantes

#3 Triángulo amoroso

#4 Segundas oportunidades

#5 Romance entre rico y pobre

#6 Amantes desafortunados

#7 Los opuestos de atraen

#8 Amores guiados por el destino

#9 Relaciones fingidas

#10 Amor a primera vista

#11 Romances en la realeza

#12 Matrimonios concertados o por motivos políticos

Son tópicos y queremos huir de ellos, ¿verdad? Son situaciones que funcionan muy bien en la literatura. Tu misión, como escritor, será convertirlas en una gran historia de amor que llegue a todos. Tienes que ser capaz de escribir y que nadie piense que es un tópico. Ahí entra tu magia cómo escritor.

Algo que tienes que tener en cuenta, es que una historia de amor debe fluir lenta, cociéndose a fuego lento hasta que los implicados estén preparados. En el caso del amor a primera vista, por ejemplo, la “cocción” será presentarnos a esos personajes; permitir al lector saber cómo son, qué les gusta, qué los une, o los separa; y llegado el momento, dar el paso de ver su amor completo. Que la pareja amorosa sea un mero premio, que, el protagonista, alcanzará con el éxito, hace que la historia amorosa no exista, sólo un manual de pasos hasta alcanzar el amor. Y el amor no es una corona de laureles, es un sentimiento que crece, que se desarrolla a lo largo de tu novela y que florece en algún punto entre el principio y el final de la obra. Es una historia que debe tocar la fibra sensible del lector. Las historias romántica lentas, son mucho más adictivas que las rápidas.

Vamos a ver qué aspectos deberían tener nuestras historias de amor para resultar auténticas.

1# ¿Qué tipo de química quieres crear?

Lo cierto es, que, la química, muchas veces, es algo incomprensible. Y por mucho que lo busques, es difícil de conseguir. Puedes tener en cuenta algunos aspectos que pueden convertir la relación entre dos personas en algo natural e interesante. Que dos personajes tengan esa química especial, casi es suerte. Pero si trabajas duro, la suerte te sonreirá con mayor frecuencia. Hay que estar pescando para lograr una buena pieza y hay que estar trabajando para que la musa ilumine tu trabajo,

Podríamos fundamentar las relaciones en:

  • Un vínculo sobre los intereses de ambos o de una experiencia compartida.
  • El conocer a alguien, amplía los horizontes de uno de ellos.
  • Personalidades opuestas que se atraen.
  • Admiración mutua.

La química no es sólo amorosa, también puede existir entre amigos y algunos de estos rasgos, sirven también en otros tipos de relación. El amor romántico y el amor fraternal, funcionan muy bien, no todo ha de ser amor entre parejas.

Si quieres alcanzar el éxito, procura combinar los tópicos que expusimos al principio con estos rasgos que estamos viendo. Esa mezcla, puede ser nuestra escalera al éxito.

2# Define el interés romántico de tu protagonista

No necesitas precisar lo que tu protagonista necesita en el amor, pero debes dejarlo patente. Es necesario que conozcas bien a tus personajes y conocer lo que necesitan para estar completos, aunque ellos no lo sepan o crean que no lo necesitan.

Aunque, a veces, necesitas crear un interés romántico, para activar a tu protagonista, tienes que diseñar un buen personaje que sirva como pareja a tu protagonista.

3# Crear un personaje que complete a tu protagonista

Además de crear unos buenos personajes, tienes que lograr crear un conflicto entre los amantes o enamorados. ¿Estarán juntos desde el principio o tendrán que evolucionar hasta estarlo? Si uno de los personajes va a evolucionar, significa que, en un principio, no estaba destinado a esa persona, así que algo lo cambia, ¿el amor verdadero? Eso lo debes decidir tú.

Hazte las siguientes preguntas:

¿Qué encuentra, ese protagonista, atractivo en otra persona?

¿Qué tipo de persona le daría la felicidad? Piensa que, a veces, buscamos el amor en una persona que no nos va a llevar a la felicidad, porque nos empeñamos en un amor que no debería ser. Tal vez tu protagonista tenga un amor que lo ciega y no ve que, el verdadero amor, lo tiene a su lado.

¿Tiene, uno de los enamorados, algo que le impide darle rienda suelta al amor?

¿Qué valora nuestro protagonista de otra persona?

¿En qué circunstancia se siente solo nuestro protagonista?

¿Cuál es su mayor temor? ¿Qué descubran un defecto, algo que lo hace sentirse culpable?

¿Puede el amor sacarlo de su zona de confort? ¿Hacerle olvidad todo lo malo que lo acecha?

¿Le va bien un tópico amoroso a mi obra? No es lo mismo una historia de aventuras con un romance que una historia romántica.

¿Qué tópico encaja en mi historia?

Si logras responder a estas preguntas (no todas, no te preocupes), ya estás preparado para escribir el personaje que despertará el interés romántico de tu protagonista.

Y siempre, piensa, que el amor del que hablamos en este caso, es el amor romántico. Existen muchos tipos de amor que pueden funcionar muy bien en una historia y que nos alejan de esos tópicos de los que hablamos al principio. Hay grandes historias de amistad, que es amor por otra persona sin interés romántico. Amor entre hermanos o padres e hijos, amor a la justicia, a la verdad… en literatura vale todo lo que seas capaz de escribir con sentido.

Pero piensa, que en una historia romántica, tiene que haber al menos dos personajes implicados. Por eso, es necesario desarrollar al protagonista y al compañero (quien provoca el interés romántico). Vamos a ver una lista de cosas, que harán que el lector comprenda mejor esa historia:

  • La pareja de tu protagonista (o quién representa el interés romántico), tiene su propia historia, no es un simple florero o premio que logrará, o no, el protagonista.
  • Dale humanidad (no crees un dios o diosa que cumpla todos los requisitos del protagonista). Todos tenemos defectos y virtudes, huye de los personajes perfectos, el lector no quiere ver eso, quiere ver realidad.
  • Procura que la persona de la que se enamora tu protagonista sea irremplazable. Su presencia o existencia, tiene gran importancia en la trama. Que no sea un mero accesorio que aparece de vez en cuando para darle un poco de acción a la historia.
  • La pareja de tu protagonista (o la persona que despierta su amor), tiene que marcar un antes y un después en el protagonista. Tanto el uno como el otro, deben influenciar en el comportamiento, tienen que sufrir algún cambio en ellos, provocado por el amor o la falta de él. Los personajes inician un viaje al inicio de la historia y deben llegar al final cambiados de alguna forma.

Las historias de amor pueden enriquecer una obra o destrozarla. Piensa bien antes de introducirla en tu trabajo. Puedes pensar que es necesaria, pero deberías estar abierto a la posibilidad de que no lo sea. Una historia romántica no sería nada sin los amantes, pero otro tipo de historia puede funcionar, perfectamente, sin necesidad de introducir el interés romántico. Cuando decidas escribir una historia de amor, ten en cuenta todos estos detalles de los que hemos hablado. Por supuesto, no es necesario que tu historia cumpla todo, pero sí alguno de ellos, porque eso significa que lo estarás haciendo bien.

Y lo más importante, escribas una historia de amor para una novela romántica o lo hagas para una novela de acción, trabaja bien esa historia, no caigas en el tópico de convertirla en una mera anécdota, un adorno más, de tu novela. El lector quiere sentir pasión y dolor. Dáselo.

¿Y a ti? ¿Te gustan las historias de amor? ¿Tal vez seas lector de novelas románticas? ¿O te apasionan las novelas, que no siendo románticas, tienen una gran historia de amor?

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Los personajes. Aprende a escribir una novela.
Los personajes. Consejos para escribir personajes sólidos. Aprende a escribir un libro. Descubre cómo escribir una novela.

Los personajes, esos actores que se mueven dentro de las historias y que permiten al lector adentrarse en un mundo único, que nace de la mente del autor. ¿Qué sería de las novelas sin ellos?

El mundo literario es muy antiguo y, desde su nacimiento, fueron estableciéndose ciertos arquetipos que marcan la actitud, defectos y virtudes de los personajes que pueblan nuestras grandes obras (y digo nuestras, porque muchas son ya parte de nosotros mismos; ¿quién no conoce a los Tres mosqueteros, o al conde Drácula?)

Muchas veces creamos personajes que, sin saberlo, pertenecen a un arquetipo determinado que aparece en muchas historias. Con el tiempo, esos arquetipos se han ido transformando, modernizando y fusionando, creando nuevas opciones. Lo de los buenos, muy buenos y los malos, muy malos (aunque los malos son ahora explorados por autores para darles una nueva vuelta de tuerca y hacer comprender a los lectores, que hasta el más maligno de los malignos, tiene un lado bueno o un pasado que “justifica” sus acciones, hasta cierto punto, claro).

Fue Jung quien creó una recopilación de esos arquetipos que llenan las páginas de las historias clásicas, de las que todos los escritores modernos bebemos. Esa recopilación sigue hoy vigente, aunque, es cierto, que los arquetipos se forman gracias al tiempo; con esto quiero decir, que los arquetipos existen, gracias a que tenemos siglos y siglos de historias en las que analizar a los personajes. El arquetipo es universal, no depende de la cultura en sí, aunque su exposición, la forma en la que se muestra sí. No miramos igual un anciano en nuestra cultura occidental, que en la cultura oriental.

Y Jung no se limitó a enumerar los principales arquetipos de personalidades, también introdujo eventos arquetípicos y motivos arquetípicos, pero esto lo veremos en futuros artículos. Ahora vamos a centrarnos en los personajes.

Podríamos intentar numerar los arquetipos de Jung, pero la verdad es que no es algo cerrado, podemos encontrar rasgos de unos y otros en personajes diferentes. Como siempre, es mejor no pensar en negro o blanco, encontraremos mucha más riqueza en toda esa gama de grises que tenemos en medio. Pero, vamos con el primero de ellos:

LA MADRE

Con la madre, tenemos la visión de la cuidadora, del ser protector que se preocupa del bienestar de quienes tiene alrededor.

Por supuesto, que cada rol, cada arquetipo, no tiene género ni edad, ni siquiera tiene porque ser una persona. Si un personaje es protector y se preocupa por el bienestar de quienes le rodean sin importarle su misma persona, estaremos hablando del arquetipo de la madre. Todos podemos ser protectores, no se trata de un rasgo femenino o masculino. Es un concepto, y los conceptos son universales.

Ejemplo:

Isis, en la cultura egipcia, encarna este rol a la perfección.

EL PADRE

En este caso, hablamos de la figura autoritaria, quien domina a quieres tiene a su alrededor por su condición de líder.

No es necesario ser padre para ser líder, ni ser viejo, joven, fuerte o inteligente. El líder puede ser cualquiera que sea capaz de recoger un grupo que siga sus criterios.

Ejemplo:

Zeus, padre de todos.

EL NIÑO

Es un personaje que tiene una connotación positiva o negativa. Representa la inocencia, el desconocimiento. Pero también es la inmadurez, la resistencia a aceptar responsabilidades.

Y como en todos los arquetipos, no es necesario ser infante para ser definido así.

Ejemplo:

Un ejemplo bien moderno, Grogu en el Mandaloriano.

LA SOMBRA

Todo el mundo interior que no ven los demás o que el propio personaje no quiere mostrar, está dentro del arquetipo de la sombra. A veces son los instintos más primitivos, otras capacidades extraordinarias que no son aceptadas por la sociedad.

Pero también puede ser todo el mundo que no ven los personajes, esa parte oculta que acecha y persigue a los personajes. Es lo que se oculta, por no ser aceptado por la sociedad o por el inconsciente colectivo.

Ejemplo:

En Frozen, Elsa quiere mantener ocultos sus poderes, que forman parte de ella y representan algo prohibido o mal visto en la sociedad.

EL HÉROE

Uno de los arquetipos más recurrentes en la literatura. El héroe tiene un objetivo, imposible de alcanzar por cualquiera, y lucha sin tregua para conseguirlo.

Una vez más, los arquetipos son conceptos y los conceptos no entienden de géneros.

Ejemplo:

El capitán América, en el universo Marvel. Wonder Woman, en el unverso DC. Katniss, en Los juegos del hambre.

EL SABIO

Este personaje encarna el conocimiento. Suele ser un personaje que ayuda al héroe en su camino, proporcionando algo fundamental para que el éxito suceda. Es un personaje muy versátil, podemos encontrarlo como un chamán, un profesor, un abuelo, un libro… muchas veces no es necesario que sea encarnado por alguien, puede ser sustituido por una visita a la biblioteca.

Ejemplo:

Gandalf, en el Señor de los Anillos.

EL EMBAUCADOR

Este personaje puede dar mucho juego. No tiene porqué estar definido en un lado u otro. No es bueno ni malo, podríamos decir que es caótico y que sus movimientos son inesperados por los demás personajes. Suelen romper las reglas sin miramientos y actuar al margen de lo que la sociedad considera correcto.

Ejemplo:

Loki, en el universo Marvel.

EL ÁNIMA

Siendo muy poco escrupulosos, podríamos decir que el ánima es la visión de lo femenino en la psique colectiva masculina. Representa a la mujer y a lo que reconocemos como femenino.

El hombre busca en la mujer lo que él considera que debe ser. Porque en su inconsciente, tiene claro cómo debe ser una mujer para él.

EL ÁNIMUS

Al igual que con el ánima, siendo igualmente poco precisos, diríamos que es el concepto de lo masculino visto desde la psique colectiva femenina. Lo que pensamos, como civilización y cultura que define a un hombre.

La mujer busca, con la imagen que tiene en su inconsciente, detalles del hombre que ella considera, que debe ser.

El ánima y el ánimus contraponen los conceptos de femenino-masculino. Está íntimamente relacionado con los roles de género.

Ejemplo:

En Romeo y Julieta encontramos un ejemplo para ambos conceptos.

Puede resultar complicado pretender numerar los arquetipos, puesto que los personajes tienen muchas más facetas que no encajan únicamente en uno. Y, además, eso indica la riqueza del personaje. Las luces y las sombras proporcionan una visión mucho más completa y rica que el lector apreciará.

El protagonista no debe ser un ser totalmente estereotipado en la historia, si nos centramos en un único arquetipo, podemos lograr ese efecto y estropear nuestra historia. Los personajes están vivos. Y la vida te conduce a relaciones amistosas; a encontrar enemigos en el camino; a sentirnos perdidos; a tener que cuidar de alguien; a luchar contra una injusticia; a cometer injusticias… un héroe puede verse envuelto en una historia en la que, no solo deba luchar por su meta, sino que deba cuidar de alguien mientras lo hace.

Ahí es donde entra tu magia como escritor. Debes crear personajes vivos, con claros, oscuros (y, ojo, que los oscuros no tienen por qué denostar su personalidad, los defectos pueden ser insignificantes, o no estar por encima de sus principios. Un héroe puede tener claro que jamás cometerá una injusticia, pero hacerlo sin pensarlo si el momento lo precisa).

Debes tener en cuenta, también, que las relaciones entre los personajes de tu historia, se verán influenciadas, según pertenezcan a un arquetipo u otro. Y que la historia puede llevar a esos personajes a actuar de forma opuesta a su personalidad. Lo que tienes que hacer dotarlos de vida y que sus acciones, o inacciones, estén siempre justificadas, bien por sus experiencias o por las exigencias de la situación en la que se vean inmersos.

Y ten mucho cuidado a la hora de centrarte tanto en marcar a uno de esos personajes para que encaje en un arquetipo, no debes forzarlo. Casi podríamos decir, que es el lector el que tiene que pensar, tras conocer un poco al personaje, de qué clase es. El héroe no tiene por qué ser el valeroso caballero que lucha contra el dragón. El héroe puede ser el niño que ve perdida la batalla, cuando el caballero pierde su espada, y corre, sin importarle su propia vida, pensando en su aldea, para devolverle esa espada y que, finalmente, acabe con la bestia.

Las historias están vivas y los personajes más aún. Intenta trabajar tus personajes antes de ponerte a escribir tu historia. Puedes tomar notas, hacer fichas, escribir su historia… tienes muchas opciones a la hora de hacer un buen trabajo. Y haciendo todo esto, podrás ver los fallos o problemas que puedes tener con ese personaje a la hora de incorporarlo a tu novela.

Y esto es todo por hoy. En futuras publicaciones, veremos más detalles de los arquetipos de Jung. Mientras tanto, ya tienes trabajo por hacer.

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La mitología en la literatura. Aprende a escribir una novela.
La mitología en la literatura. Descubre cómo influye en la literatura actual universal. Aprende a escribir una novela.

Si existe un tema del que cientos, o miles, de historias se nutren, es la mitología griega. Existen estatuas, pinturas, novelas, cuentos, canciones, películas, series, joyas, planetas, galaxias… que beben de sus aguas e incorporan conceptos, nombres e historias por todos conocidos. Y este hecho, ha influido en nuestra cultura y en lo que somos y pensamos hoy. No seríamos como somos hoy sin esta influencia; son leyendas que hemos incorporado a nuestra cultura, historias que no entienden de clases sociales. Es difícil encontrar a alguien que no conozca, aunque sea un solo personaje, mitológico.

En la mitología encontramos casi todas las caras del ser humano. Y hoy por hoy, me atrevo a decir, que es un pozo infinito con el que los autores continuarán regando sus obras por un par de milenios más. De hecho, la psiquiatría ha tomado muchos mitos para ilustrar algunas deformaciones de la psique.

Pero los mitos pertenecen a todas las culturas, no solo existe Hércules. Lo que sí es cierto, es que algunos mitos, con pequeñas diferencias, aparecen en diferentes culturas. Eso es algo que puedes descubrir tú mismo, leyendo, investigando; algo que enriquecerá mucho tus escritos.

Remontándonos a los albores de la civilización, encontramos obras literarias que narran hechos que supuestamente sucedieron, como el poema de Gilgamesh, considerado la obra literaria más antigua del mundo. Es una obra que ensalza el valor de la amistad y la búsqueda de los seres humanos, mortales, de la ansiada inmortalidad. En esa historia se narran hechos de los dioses que formaban parte de la religión mesopotámica, lo que hoy llamamos mitología.

Si hablamos de mitología y literatura, tenemos que hablar de Homero. Podríamos decir que la literatura, como hoy la conocemos, no existiría sin su obra. Aunque hay dudas de su existencia, Homero, fuera un hombre o un grupo, nos dejó como legado dos grandes obras que, todavía, influyen en los escritores modernos. Yo solo mencionaré la Odisea y la Ilíada. Existen otros poemas que se le atribuyen, pero no se está seguro de su autoría.

En la Odisea se narra el viaje de Odiseo a la guerra y la vuelta a casa (como sucede en el viaje del héroe, de hecho, esta es una de las fuentes de la que bebe esta construcción literaria). Consta de 24 cantos en los que se van narrando las aventuras vividas así como recuerdos de hechos anteriores al comienzo de la narración.

Es una obra que ha sido numerosas veces reinterpretada, tanto en la literatura como en otras artes. Escritores como James Joyce, homenajean el clásico en sus obras. Ulysses, de Joyce, narra, en 18 capítulos, el día de varios personajes. Cada capítulo tiene su propio estilo narrativo, tocando monólogos interiores y hasta teatro.

De alguna forma, como escritora, acudo innumerables veces a los mitos en busca de inspiración. Muchas veces la encuentro, y sorprendentemente, no con una historia que tenga escondido un mito. Al leer sobre mitología, se despierta mi creatividad. Otras veces, trato de convertir en una historia mía, la moralina implícita en el mito. Es un lujo poder navegar por internet e investigar sin moverse de casa. Aunque no hay que olvidar, que es un medio que hay que saber usar. No todo lo que encontremos por internet es cierto. Pero, hasta eso, se puede aprovechar, porque las historias, sean ciertas o no, pertenezcan al pasado de la humanidad o alguien se lo haya inventado, siguen siendo historias con las que inspirarte; pero cuídate mucho de creer que todo lo que leas, es cierto, para eso es mejor acudir a fuentes fiables, con nombre y apellidos, trayectoria y estudios. Nunca desestimes una visita a la biblioteca, es cierto que es más cómodo buscar por internet, pero los libros siguen siendo una gran fuente de información. Y los libros, están escritos por personas que saben de lo que hablan, casi siempre son personas con estudios sobre la materia y eso siempre es un plus a la hora de encontrar información. También debes tener en cuenta, que existe la posibilidad de solicitar un carné de investigador, con el que tendrás acceso a muchos volúmenes que no están expuestos al público normal. No es necesario tener estudios determinados, puedes solicitarlo en calidad de autor y si ya tienes alguna publicación, te lo darán sin problemas. En el caso de no tenerlo, puedes solicitarlo igualmente, justificando para qué lo necesitas. Puedes visitar este enlace, de la biblioteca nacional (en el caso de España) o informarte por internet si vives en otro país.

Me dan ganas de seguir escribiendo, pero me temo que a estas alturas estarás aburrido de la que te he soltado, así que corto antes de animarme a seguir, pues los mitos están llenos de tantas facetas y colores, que podría pasarme la vida hablando de ello. Investigar es mucho más ameno e interesante de lo que muchos piensan. Y encontrar por ti mismo esa información, es algo que solo puedes saber si lo vives.

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Aprende a darle ritmo a tu historia. Como escribir una novela.
Descubre la forma de darle ritmo a tus tramas y lograr que los lectores no se despeguen de tu obra.

Como escritor y lector, ya sabes que hay libros que llevan la acción asociada por su propia temática o estructura. Y que hay libros con un ritmo vertiginoso y otros muy lentos. Y eso no tiene por qué ser malo, en principio. Cada libro necesita su ritmo. Y a veces, si no le damos el apropiado, podemos aburrir al lector o confundirlo.

Hay que ser cuidadoso a la hora de crear historias. No podemos escribir capítulos vertiginosos y capítulos lentos y agobiantes, necesitamos un ritmo coherente, lo que no implica que no podamos crear una montaña rusa de emociones. Hay que encontrar el ritmo apropiado, con el que no despistemos al lector y al mismo tiempo, mantengamos su expectación alerta.

Pero ¿De qué hablamos cuando decimos que la historia tiene un ritmo fuerte?

No significa que sea una historia llena de acción y situaciones cambiantes, que no deja respirar al lector, siempre pendiente de qué va a pasar ahora. No. Un ritmo fuerte implica una coherencia y constancia. La historia puede ser lenta, pero si mantiene una coherencia constante, estaremos haciéndolo bien. Pero no te olvides de crear situaciones que pongan al lector alerta. Es necesario mantener la atención del lector.

El ritmo va unido a la estructura que diseñemos para nuestra obra. No sé si has visto la película Memento. Tiene un ritmo y una estructura peculiar, que en un principio confunde al espectador, y que escena tras escena, va dando más información, hasta que lo entiendes todo. Así que tienes que ser fiel a la estructura que le has dado a tu novela y adaptar la acción a ella. Intenta no tocar demasiado de esto en las correcciones, o al menos, déjalo para la última cosa que corregirás.

Vamos a analizar diferentes puntos que marcarán el ritmo de nuestra historia:

#1

El gancho: la mayoría de las historias, comienzan con un capítulo donde se presenta al personaje principal. Nos muestra cómo es su vida diaria y crea en los lectores una unión para que se sientan identificados con él y quieran seguir conociéndolo y leyendo.

#2

El incidente desencadenante: en una obra, en la primera parte del libro, debe suceder un acontecimiento que cambie la vida del protagonista y lo saque de su monótona vida, aceptando la aventura que se le presenta.

#3

El punto de no retorno: llegados, más o menos, a la mitad de nuestra novela, el protagonista tiene que cruzar una línea que lo transporte, definitivamente, a un nuevo estado. Debe cambiar para siempre su actitud y crecer para diferenciarse de la persona que era al comienzo de la historia.

#4

El clímax: cuando el libro avanza hacia la resolución, el protagonista se enfrenta a todo lo que le impide alcanzar el éxito. A veces no es una única escena, son varias, en las que el protagonista va derrotando uno a uno sus miedos u oponentes para poder hacerse con la victoria. Y puede tener éxito o no. A veces el protagonista no alcanza lo que quiere, se ve derrotado, y consigue otras cosas con las que no contaba, eso ya dependerá de tu historia.

#5

Camino de regreso: el protagonista vuelve a su vida anterior, totalmente transformado y se reencuentra con todo lo que dejó atrás. Es una oportunidad de cerrar hilos sueltos y darle una resolución a todo lo que se quedó abierto.

Estos puntos los encontramos en infinidad de novelas. Es un ritmo al que estamos acostumbrados y que, como lectores, esperamos que suceda así. Como escritor, puedes y debes, encontrar el ritmo que mejor se adapte a ti. Este funciona a la perfección, pero eso no quiere decir que tú no puedas crear una nueva forma. Pero para inventar cosas nuevas, debes dominar las existentes primero.

Lo que tenemos que tener en cuenta, es, que entre esos puntos de los que hemos hablado, habrá varios capítulos que se encuentren enmarcados en ese ritmo (el incidente incitador, puede ser un solo capítulo, pero puede desarrollarse en varios; y con los demás puntos igual). Si no sabemos darle el ritmo apropiado a cada capítulo, podemos aburrir al lector y perder su atención. O peor aún, el lector puede cerrar tu libro y usarlo para calzar una mesa… pero no nos pongamos en lo peor. Necesitamos un equilibrio entre acción y calma.

Una historia necesita partes que lleven a la acción y acción pura que culmine en una nueva tranquilidad, hasta que la tensión vaya creciendo nuevamente para volver a nueva acción. Hablaríamos de un ciclo continúo de estímulo-reacción.

Pero, vamos a desgranarlo:

Primero:

La vida monótona de nuestro protagonista, se ve interrumpida por un conflicto, normalmente provocado por el antagonista, directa, o indirectamente (y ten siempre presente, que el antagonista no tiene que ser una persona, puede ser un desastre, una enfermedad, un obstáculo…). Este hecho, invitará al protagonista a responder con un movimiento que lo saque de su zona de confort. (ACCIÓN)

Segundo:

El movimiento que realiza el protagonista, provoca consecuencias. Esas consecuencias cambian su vida y su entorno, provocando que se vea removido y tendrá la necesidad de recomponerse, antes de poder acostumbrarse a la nueva situación. Los cimientos de su realidad se remueven y empieza a temer que su vida nunca volverá a ser la misma. (CALMA)

Tercero:

Llegado a este punto, el protagonista, enfrenta, aceptándolo o rehuyendo, el nuevo conflicto que necesita superar. Para ello, dará un paso que lo adentrará en un mundo distinto al que conocía y eso le provocará sentimientos muy dispersos, puede sentir miedo, alegría, dolor, rabia, tristeza… (ACCIÓN)

Cuarto:

Aquí es cuando el protagonista acepta su nueva realidad, comienza a sentir que los cambios son una realidad y que debe seguir adelante, aceptando las pérdidas o ganancias obtenidas. (CALMA)

Este ciclo puede repetirse tantas veces como quieras en tu novela, incluso puedes darle la vuelta, desordenarlo, alargarlo, darle más o menos intensidad. Lo ideal es mantener la tensión constante, pero ir resolviendo algunos conflictos menores, a medida que preparamos la obra para el conflicto más esperado, el enfrentamiento final entre el protagonista y su antagonista (y ya sabes, que el antagonista no tiene por qué ser alguien, puede ser una enfermedad, un problema en el trabajo, un desastre natural… las posibilidades son infinitas y sí, me repito, pero ¿a que ya no se te olvidará nunca?).

Puedes jugar un poco con los tiempos. Alargar la última calma, antes del apoteósico final; utilizar la última parte de acción, previa a la calma que antecede a la tormenta final, de forma que el protagonista se vea obligado a reflexionar y aceptar que el final se acerca…

Y recuerda, como escritor, puedes lograr que lo que no se suele hacer o lo que no funciona, sí lo haga, ahí estará la magia de tus ideas y de tus palabras. Pero, ya sabes, tienes que seguir los pasos de lo conocido, para poder adentrarte por tu cuenta en lo desconocido. Domina lo básico y lo aceptado, para hacer tu literatura cuando estés preparado.

Y eso es todo por hoy. Espero que te haya gustado este artículo y recuerda que puedes dejar tus comentarios y dudas aquí abajo. Un saludo y hasta la semana que viene.

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Cómo elegir al protagonista perfecto para tu historia. Aprende a escribir personajes sólidos.
Aprende a escribir una novela. Tips para escribir al protagonista perfecto.

¿Cómo elegir al protagonista perfecto para tu historia?

Siempre que escribimos, queremos que los lectores adoren a nuestros personajes, especialmente a los protagonistas. Los has creado con todo tu amor y pasión y da miedo dejarlos ahí, para que ojos ajenos los juzguen. Si pudiéramos saber de antemano si nuestro protagonista está bien definido y va a conectar con los lectores, sería fantástico. Pero no existe esa máquina, todavía. Y ¿sabes qué? Que no puedes saber qué pasará cuando saques tu obra a la luz, pero puedes saber si tu protagonista cumple los objetivos o no.

Elegir al protagonista perfecto para tu historia: una tarea esencial

A veces, el éxito o el fracaso de una obra viene de una buena o mala elección de los personajes principales. Elegir al protagonista perfecto para tu historia es, por tanto, una tarea esencial que no debes subestimar. Los protagonistas son el alma de cualquier narrativa, el vehículo a través del cual el lector experimenta los eventos, emociones y conflictos del mundo que has creado.

Primero, es vital que tu protagonista tenga objetivos claros y motivaciones bien definidas. Esto no solo crea una historia más coherente, sino que también permite que los lectores se identifiquen con él o ella, lo que genera un mayor compromiso emocional.

En segundo lugar, el protagonista debe ser tridimensional, con fortalezas, debilidades, deseos y temores que lo humanicen. Personajes planos o unidimensionales son menos propensos a conectar con el público, no importa cuán emocionante sea la trama.

Por último, pero no menos importante, la relación entre el protagonista y los personajes secundarios también es crucial. Estas interacciones aportan profundidad a la historia y ofrecen más dimensiones para explorar, lo que enriquece la experiencia del lector.

En resumen, si quieres que tu obra tenga éxito, dedica tiempo y esfuerzo para elegir al protagonista perfecto para tu historia. Con un personaje principal sólido y bien construido, tienes muchas más probabilidades de captar la atención de los lectores y ofrecerles una experiencia literaria memorable.

Conceptos esenciales para elegir al protagonista perfecto para tu historia

El personaje principal debe soportar el peso de la trama principal

  1. Necesidad de involucrarse en la trama: Los eventos que comienzan a desarrollarse a lo largo de tu historia tienen que atrapar y envolver al protagonista. Si la historia puede acontecer y el protagonista esquivarla con facilidad, es posible que no hayas elegido al personaje apropiado. En otras palabras, tu protagonista tiene que tener una razón para involucrarse y dejar atrás la comodidad. Podemos afirmar que debes darle un propósito muy claro y potente para estar dispuesto a perder su vida tranquila y enfrentarse a un posible fracaso.

No basta con que los eventos simplemente sucedan alrededor del personaje; estos deben impactar de tal manera que el protagonista no tenga más opción que actuar. Ya sea por una necesidad personal, una misión que solo él puede cumplir o incluso una amenaza que le afecte directamente, el protagonista debe estar inextricablemente ligado a los eventos que se desarrollan.

  1. Evolución del personaje: Es crucial que haya un arco de desarrollo claro para el personaje principal. Esto añade profundidad al relato y permite que los lectores vean cómo el protagonista cambia y crece a lo largo de la historia. La evolución del personaje puede manifestarse de muchas formas, como un cambio en sus creencias, la superación de un obstáculo o la realización de una meta personal.
  2. Relatabilidad y complejidad: Aunque es importante que el protagonista sea excepcional de alguna manera (ya sea por su inteligencia, habilidades o incluso su destino), también debe tener características con las que los lectores puedan identificarse. Un protagonista demasiado perfecto puede resultar aburrido o inaccesible, mientras que uno con virtudes y defectos reconocibles será mucho más relatable.
  3. El protagonista y el tema principal de la historia
  • Interacción con el tema principal: El tema principal de la historia es de vital importancia, y tu protagonista tiene que interactuar con él de forma significativa. Podríamos decir que tu historia no podría existir sin tu protagonista, porque es quien se relaciona con todas y cada una de sus partes.
  • Por ejemplo, si tu obra trata el tema del miedo, este sentimiento debe afectar de manera palpable al protagonista. Cada una de sus acciones, decisiones y enfrentamientos debe estar condicionada por esta sensación. No solo le da coherencia y profundidad a la trama, sino que también ayuda a consolidar la conexión emocional con el lector. Imagínate cómo podría desarrollarse la historia: el protagonista, movido por el miedo, toma decisiones cautelosas o incluso evita ciertos enfrentamientos. Sin embargo, a medida que avanza la narración, este personaje aprende a lidiar con su miedo, lo que lo lleva, finalmente, a alcanzar su objetivo o resolución. Así, no solo se establece una conexión emocional con el lector, sino que también se ofrece una vía para explorar el tema central de la obra de una manera más íntima y personal.

Preguntas clave para definir al protagonista perfecto

  • ¿Tu personaje muestra lo que quieres que vea el lector?
    Es a través de los ojos del protagonista que el lector recibe los valores de tu obra. Debes asegurarte de que el tema de tu historia resalte únicamente a través de las acciones y decisiones de tu protagonista, sin necesidad de explicarlo de forma explícita.
  • ¿Tu protagonista muestra el tema de tu obra? ¿Está lo suficientemente bien definido?
    El tema o la moraleja de tu historia debe quedar patente, y generalmente es el protagonista quien tiene la tarea de hacerlo. Si, por ejemplo, tu historia trata sobre la lucha entre el bien y el mal, asegúrate de que este mensaje se refleje en las acciones y dilemas de tu protagonista.
  • ¿Tu protagonista podría ser cualquiera?
    El protagonista no tiene que ser necesariamente el más fuerte o el más habilidoso, pero sí debe ser el único capaz de llevar a cabo la acción que resuelva la trama. Es su unicidad lo que lo convierte en el núcleo de la historia.
  • ¿Has creado un protagonista irreal?
    Un protagonista debe parecer real y humano en el sentido psico-sensitivo, incluso si es un personaje fantástico como un elfo. Debe tener virtudes y defectos, y evitar ser un personaje todopoderoso sin razón aparente, ya que estos no suelen ser buenos protagonistas.

Reflexiones finales

Es esencial tener en cuenta que, aunque en un principio el protagonista pueda verse atrapado o movido por la trama, en última instancia debe ser él quien impulse la historia y la haga avanzar, quiera o no. No es raro que, al desarrollar una historia, descubras que el personaje que tenías en mente como protagonista inicialmente no es el más adecuado. En esos casos, es crucial estar dispuesto a hacer los cambios necesarios.

También es importante tener cuidado al crear personajes que simplemente nos gusten como escritores, pero que no encajan bien en la trama o no resuenan con los lectores. La historia podría ser sólida, pero un elenco de personajes mal integrado puede alejar a los lectores.

Y después de abordar todos estos puntos, ¿te sientes más preparado para elegir al protagonista perfecto para tu historia? Si tienes más ideas o enfoques distintos, no dudes en dejarnos tus comentarios aquí abajo. Tu participación es crucial para nosotros, pues nos ayuda a mejorar y ganar visibilidad, permitiéndonos continuar ofreciendo contenido de calidad de forma gratuita.

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